Chavo, pasá la pelota

16.03.2014 22:27

Por: Gustavo Mirón Reyes

El Puebla de la Franja acumuló una nueva derrota en el Clausura 2014. Un descalabro que para muchos –me incluyo- estaba presupuestado por lo que hemos visto durante el torneo por parte de la Franja y el levantón de juego de los Tigres de la UANL.

Sin embargo, debemos de reconocer que el primer tiempo dejó un sabor un poco agradable para la tribuna, pues el esquema planteado por Rubén Omar Romano mostró el mejor futbol del Puebla en mucho tiempo.

Lo malo, es que hay un jugador en el terreno de juego que se empeña en llevar la pelota siempre con él y, muchas veces, patear por patear al marco rival.

Sé que muchos van a poner el grito en el cielo, pero gran parte de la derrota ante “la ‘U’, la ‘U’” se lo achacó al ídolo de multitudes, Gustavo Matías Alustiza.

Sí, el Chavo fue pieza importante para que el balón no entrara ayer en la meta norteña, ya que en más de una ocasión tuvo la oportunidad de ceder el balón a un jugador mejor colocado y con grandes posibilidades.

“Chavo, pasá la pelota”… seguramente esto fue lo exclamó Carlos Sánchez cuando Luis Miguel Noriega robó un gran balón en medio campo y cedió a Alustiza, quien condujo de más y decidió mandar un tiro sin ton ni son antes de entregarle la de gajos al uruguayo, quien estaba en inmejorable posición.

Misma situación vivió Luis Noriega, pues el capi se desmarcó de buena manera por costado izquierdo esperando el pase de Alustiza, quien nuevamente equivocó en su decisión y dejó al “Capi” con las ganas de marcar un gol.

Dicen los enterados que este tipo de acciones del Chavo han sacado de sus casillas en más de una ocasión a Carlos Sánchez, quien en múltiples ocasiones ha criticado el marcado personalismo del argentino.

En la segunda parte, Damián Álvarez le dio una lección a Matías al soltar la pelota en el momento adecuado y botarse para aparecer sin marca y anotar el único gol del partido.

Mientras, el Chavo se dedicaba a dar empujones sin sentido a Hugo Ayala e Israel Jiménez para poder enfilarse a la meta…

Ese fue el Matías Alustiza que vimos ayer. El que quiere comerse el mundo y no alcanza ni siquiera a aspirar el banquete. El ídolo de multitudes que ayer dejó mucho qué desear.

Nos leemos la próxima semana.