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Jugar por jugar, la filosofía camotera
09.03.2014 21:31
Tal parece que el Puebla de la Franja ha encontrado su filosofía de juego en esta temporada. Sí, por lo mostrado durante el Clausura 2014 podemos concluir que el cuadro franjiazul juega por jugar.
Salvo honrosas excepciones, léase Jorge Villalpando, Francisco Torres, Óscar Rojas y por ahí Carlos Sánchez, los elementos camoteros salen a la cancha solo con la idea de medio cumplir y no dar todo por la camiseta.
Podemos referirnos a todos los juegos del presente torneo; sin embargo, la derrota contra Toluca mostró con mayor claridad que los futbolistas que visten la playera poblana no sienten los colores y mucho menos cumplen como los supuestos profesionales que son.
Increíble ver la displicencia de elementos como el “Chore” Mejía, el poco ánimo de DaMarcus Beasley, el “valemadrismo” de Michael Orozco y la constante desconcentración de Jesús Chávez.
Ese es el Puebla de este Clausura 2014. El que sale desde el minuto 1 con la mente puesta en la derrota. El que está más preocupado por lo que digan de ellos en Twitter que en callar bocas en la cancha.
Por supuesto, en parte influye el incumplimiento en pagos por parte de la directiva, pero no olvidemos que cierto jugador en el duelo contra Jaguares de Chiapas hizo una llamada para saber si les iban a dar primas económicas por ganar el juego o no.
De acuerdo estoy que el aspecto económico es lo más importante en un empleo; sin embargo, también hay que tomar en cuenta que muchos de los jugadores actuales del Puebla no tienen la calidad moral para cobrar las millonadas que les pagan.
Muchos en nuestros diferentes empleos nos ponemos la camiseta y luchamos porque la empresa salga adelante. ¿Por qué? Porque tenemos dignidad y amor a nuestra profesión.
En simples y llanas palabras, no somos mediocres.
Lo sé, la palabra mediocre parece el máximo insulto para varios de los futbolistas que hoy visten el uniforme camotero, pero la definición de este adjetivo aplica perfecto para ellos.
Sí, porque son de una calidad regular, medianitos… más bien, son malos.