¿Romano es realmente el problema?

24.03.2014 22:23

Por: Gustavo Mirón Reyes

Otro fin de semana turbulento se vivió en el Puebla de la Franja. Luego de la derrota ante Xolos de Tijuana, los rumores y las versiones “oficiales” de aquellos “tontos útiles” que ponían a Rubén Omar Romano fuera del equipo no se hicieron esperar.

Y es que muchos cayeron en el “borregazo” y hasta comenzaron a candidatear a entrenadores como Jesús Ramírez y Ricardo Antonio Lavolpe para tomar las riendas del equipo poblano… vaya afán de desinformar a la afición.

Pero debemos preguntarnos si el principal problema en el cuadro camotero es Rubén Omar Romano, pues todo mundo habla de él y se olvidan que dentro del rectángulo verde hay más de dos que no están haciendo su chamba.

Yo considero que Romano no tiene toda la culpa de lo que sucede hoy en día en el cuadro camotero. Vaya, de lo que sí podemos culparlo es de haber aceptado un equipo tan mal armado y con tanto “grillo” en el vestidor.

Pero no, señores, Rubén Omar no manda a Jesús Chávez a perder la marca para que caigan los goles rivales, no manda a DaMarcus Beasley a deambular en el terreno de juego y no le dice a Juan Carlos Cacho que engorde para que no rinda ni 10 minutos.

Tampoco Romano le ha dicho a Iván Bella que juegue basura y además se meta con la afición con ademanes que dejan entrever la poca educación del señor.

Mucho menos, Romano le dice al ídolo de multitudes, Matías Alustiza, que tire por tirar, que no pase el balón, que no aguante la crítica de la prensa y que –dicen los enterados- finja lesiones para no continuar en los partidos.

No, amigo aficionado, no se deje guiar por los “tontos útiles”, Rubén Omar tiene un equipo limitado en calidad, en actitud y sobre todo con personajes inmaduros que no toleran un grito dentro y fuera de la cancha.

Señores, abramos los ojos. No queda más que apoyar al equipo debido a que la situación está que arde. El descenso es una realidad que se puede sentir y ojalá no estemos en cinco semanas llorando una nueva pérdida de la categoría.